Hay un amor animal que da como resultado el hijo de la carne. Hay un amor también, un amor mágico o espiritual que da como fruto el hijo espiritual que surge de la unión armónica de los dos polos, femenino y masculino, luz y oscuridad; este hijo es el elemento vida.
La consumación del acto de unión espiritual es posible solo cuando se prefiere la contemplación del otro como legítimo otro (no como medio, sino como fin) ante el acto sexual carnal. En la práctica, por ejemplo, al estar en la cama con el ser amado, se contempla al ser fenoménico del otro en cuanto otro frente a mí y se relega el amor carnal a un segundo plano.
El sexo tántrico es la práctica carnal para la asención a la espiritualidad, esto es, a la inmortalidad. El acto tántrico se completa cuando los polos logran una armonía tal, que pueden concientizarse de que el otro polo es parte de mí, en cuanto a ser fenoménico, en otras palabras, cuando se logra la integración del otro a mí y realmente se puede “amar al prójimo como a uno mismo”.
El ánima (femenino) y el animus (masculino) , el alma del hombre y el alma de la mujer, en tanto cuerpo etéreo o sutil, logran complementarse en una completitud, en un yin y un yang, este producto es el alma pura del hijo espiritual, generadora de energía eterna por la oposición de los dos polos y la lucha constante de estos. Esta fricción es la que produce energía pura, el elemento vida, el elemento luz pura, el color blanco: el amor trascendental.
http://es.scribd.com/doc/54965263/EL-AMOR-MAGICO
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